Los antirretrovirales son los fármacos empleados para tratar a las personas que viven con el VIH. La PrEP consiste en proporcionar antirretrovirales a personas sin el VIH, para prevenir que se infecten por ese virus.
Actualmente, las personas que viven con el VIH y toman una terapia antirretroviral pueden disfrutar de una esperanza de vida similar a la de la población general. Hoy en día, la mayor parte de las muertes relacionadas con el sida se producen en personas que no sabían que tenían el VIH, que iniciaron su tratamiento cuando ya se encontraban gravemente enfermas, o que no podían acceder a los antirretrovirales.
Sin embargo, el hecho de tener el VIH exige que las personas tomen una combinación de fármacos de por vida y, en algunos casos, esta medicación les provocará efectos secundarios.
El VIH actualmente es un problema médico manejable, pero aún sigue cargando con un elevado estigma. Las personas con el VIH pueden enfrentarse al aislamiento, al rechazo o incluso a la violencia. En muchos países, también pueden ser encarceladas si no revelan su estado serológico, aunque no hayan transmitido el VIH a otra persona o incluso aunque no haya habido posibilidad de ello.
Por el contrario, la PrEP implica la toma de un único antirretroviral o, más frecuentemente, dos en un único comprimido y únicamente durante el periodo de tiempo en el cual la persona lo necesite.
Como la PrEP solo tiene que tomarse durante los periodos de la vida de las personas en los que corren riesgo de infectarse por el VIH, resulta más barato que tener que pagar un tratamiento de por vida y, además, las personas que toman la PrEP son menos propensas a experimentar efectos secundarios que aquellas que deben tomar antirretrovirales a largo plazo por vivir con el VIH.
Por supuesto, los preservativos ofrecen una elevada protección frente al VIH cuando se usan de forma constante y correcta y, además, protegen frente a la mayor parte de las infecciones de transmisión sexual (ITS). La distribución de preservativos de forma gratuita (o a precios muy bajos) sigue constituyendo uno de las intervenciones más coste-efectivas para prevenir el VIH.
Sin embargo, aunque los preservativos son muy eficaces en la prevención de casos individuales de prevención, a menudo no son lo suficientemente efectivos cuando se usan como estrategia general para prevenir el VIH. Los estudios revelan que la posibilidad de adquirir el VIH se redujo del 65% al 85% en las personas que intentaron utilizar los preservativos de forma correcta el 100% de las veces. Aunque se trata de una reducción notable, queda reflejado que incluso la persona más concienciada con el uso del preservativo puede no quedar completamente protegida frente al VIH.
El estudio que descubrió que el uso de preservativos reducía en un 70% la adquisición del VIH en hombres gais también reveló que a los participantes les resultó difícil mantener un nivel de uso del preservativo del 100% a lo largo de periodos prolongados de tiempo: Solo uno de cada seis hombres en el estudio mantuvo una tasa del 100% de uso del preservativo a lo largo de 3 años.
¿Por qué las personas no usan los preservativos de forma constante y correcta? Existen muchas explicaciones, pero la raíz misma de una de ellas puede estar en el hecho de que los estudios revelan que las personas (o al menos los hombres) toman muy malas decisiones sobre las conductas de riesgo cuando ya están sexualmente excitadas, incluso aunque no estén bajo el efecto del alcohol u otras drogas.
Por el contrario, la PrEP puede tomarse horas antes de las relaciones sexuales, en un momento en que la persona tiene más probabilidades de encontrarse sobria y ser más racional. Como resultado, tal y como demuestran los estudios, esta estrategia, en general, resulta más efectiva.
Otro factor a tener en cuenta es la posible disfunción eréctil (o el miedo a tenerla) al usar el preservativo. Un estudio reveló que los hombres que habían tenido alguna experiencia de dificultad para mantener la erección al usar el preservativo eran menos propensos a utilizarlos en su siguiente relación sexual. Además, en ocasiones los preservativos fallan, debido fundamentalmente a una técnica incorrecta.
Sin embargo, la PrEP no se vincula del mismo modo con ese “miedo escénico”.
La PrEP puede tener también “efectos secundarios” positivos. El uso de la PrEP implica (o debería implicar) la realización de forma periódica de pruebas del VIH y otras ITS. El descenso en el número de diagnósticos del VIH observado recientemente en algunas clínicas de Reino Unido, al igual que en Australia, puede deberse tanto al efecto directo de la PrEP como al estímulo que esta intervención supone para la realización frecuente de las pruebas del VIH, lo que redunda en un inicio más temprano del tratamiento de las personas que dan positivo.
Por otro lado, las mayores tasas de detección y tratamiento de otras ITS pueden empezar a reducir las tasas de ITS a pesar del aumento de los comportamientos de riesgo, tal y como sugiere un modelo matemático.
En resumen, la PrEP no constituye simplemente un modo efectivo de prevenir el VIH, sino que, como mínimo, podría desempeñar un papel significativo como intervención de salud pública.